La Diosa es todo. Todo lo que existe, todo lo que es, todo
lo que fue y todo lo que será.
La Diosa es el Universo. La Diosa es omnipresente, está en
todos lados. En nosotros, en los animales, en las plantas, en los minerales, en
la tierra, en el agua, en el fuego, en el aire, en la Luna, en el Sol, en las
estrellas y los planetas. En todos lados. Pero especialmente en nosotros. La
Diosa está dentro nuestro.
Dice la Carga de la Diosa: “si aquello que buscáis no lo encontráis en vuestro interior, jamás lo
encontraréis fuera”. Si no encontramos a la Diosa en nuestro interior, no
la vamos a encontrar en el exterior.
La Diosa se ve reflejada en las fases de la Luna: la
Doncella se corresponde con el cuarto creciente, la Madre con la luna llena, la
Anciana con el cuarto menguante, la Bruja con la luna nueva. Así como una mujer
se puede sentir identificada con estas fases según la edad o según el momento
de su vida que esté viviendo.
La Diosa tiene muchas caras: Diana, Hécate, Brighid, Aset,
Sekhmet, Morrigan, Tara, etc. Cualquier diosa de cualquier mitología puede ser
uno de sus rostros. Incluso la Virgen María, en cualquiera de sus advocaciones.
La Diosa es Dios-Diosa. En ella se unen el principio
femenino y el masculino. Ella es Diosa de la creación, y para crear se
necesitan ambos principios. Los dioses de las distintas mitologías son los
diferentes rostros de Dios.
Se puede adorar a Dios-Diosa en cualquier religión. Lo único
que se necesita es reconocer que la creación parte de ambas polaridades:
femenina y masculina. Y que todos los dioses y diosas son parte de un todo
integral, así como nosotros tenemos distintas caras (madre, padre, hermana/o,
amiga/o, etc.).
Angie.
Linda introducción! Espero más artículos! :) Saludos!
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